He aquí una historia, real,
de por qué decantarnos hacía la didáctica de la ciencias en los centros
educativos. Nos gustaría que esta descripción sirva como punto de partida para muchos
docentes que no conciben dejar de dar un
tema del libro, no se imaginan renunciar a hacer los ejercicios de una página determinada, no
terminan de entender en que consiste la aproximación a la ciencia desde los
primeros niveles de la educación, siguen sin enterarse de cómo se programa por
tareas para desarrollar las competencias…….
Hace unos años, en la clase de una profesora que
asistía a nuestro laboratorio de ciencias, durante los cinco años de la escuela
primaria sólo se estudiaron los grillos. Sí, el programa de ciencias de los
cinco años se limitaba al estudio de los grillos. En las primeras clases los
niños conocían los grillos en la naturaleza, saliendo a menudo al campo,
describiéndolos, dibujándolos y observando atentamente su conducta, imitando
sus movimientos e inventando historias. Después tuvieron que construir un
microhábitat que reprodujera con la
máxima precisión posible el ambiente natural e introdujeron en él unos grillos.
Se informaron sobre cómo alimentarlos, hicieron pruebas y consiguieron crear un
ambiente equilibrado. Consiguieron que los grillos se reprodujeran en
cautividad. Mientras tanto, seguían profundizando en el conocimiento de estos
insectos observándolos en el terrario y estudiándolos en los libros de los que disponían.
Cuando estaban ya en tercero o empezando cuarto, los niños llegaron a saber
bastante de los grillos y tenían una curiosidad tal que conseguían poner en
apuros a la profesora con sus preguntas. La profesora acudió a nuestro
laboratorio en busca de ayuda, pero ni siquiera nuestros biólogos tenían
conocimientos tan específicos, así que le aconsejamos que se pusiera en
contacto con un entomólogo, profundo conocedor de los grillos, que trabajaba en
la universidad de Pisa. La clase empezó una correspondencia con el entomólogo,
que respondía a las curiosidades, a las preguntas y a las observaciones de los
niños. Esa correspondencia acompañó a toda la clase durante los dos últimos
años de primaria. Hacia el final del último año, en respuesta a una carta de
las observaciones de los niños, el científico le indico a la maestra que
algunas de las observaciones de los niños y de sus descripciones no estaban aún
recogidas en la literatura científica sobre estos insectos. Eso significaba que
los niños habían realizado una contribución original a la investigación
científica, que habían aportado algo que los científicos no conocían. Así pues,
cabe preguntarse: esta clase, que <<sólo>> había estudiado los
grillos, ¿se había quedado corta? ¿Qué supervisor o comisario tendría el valor
de afirmar que esos niños no habían cursado el programa entero? Esos niños
aprendieron a observar, a hacer preguntas, a buscar respuestas.
Lo aprendieron con los grillos, pero es aplicable a
todo y en cualquier ocasión, porque aprendieron a conocer. ¡Ojalá todos
nuestros niños estudiaran <<sólo>> los grillos! ”.
0 comentarios:
Publicar un comentario