LA GESTIÓN DEL CENTRO ESCOLAR A TRAVÉS DE LA COOPERACIÓN.

La gestión del centro escolar requiere del compromiso de toda la comunidad escolar, pero sobre todo debemos tener claro hacia donde queremos ir. Un centro abierto al medio ambiente, con una clara intención cooperativa entre la familia-escuela-sociedad, que reconozca la importancia del juego, de la exploración e investigación en estas edades se constituye como un elemento primordial y fundamental para el desarrollo del ciudadano del mañana. Y es que hoy, tras algunos miles de años de civilización, el niño se enfrenta, cada vez más temprano, con el aprendizaje de ideas y conceptos alejados de aquellos estímulos sensoriales activadores de los códigos más genuinos del cerebro. Y lo hace, además, encorsetado en clases pequeñas y con el rigor y la seriedad de maestros que se alejan de aquel  “juego” primitivo que generaba aprender y memorizar de lo sensorial directo (Francisco Mora, Neuroeducación 2013). La ciencia y más concretamente la Neurociencia nos permite abrir ventanas del cerebro humano que nos facilite el proceso de enseñanza-aprendizaje basándonos en lo que hoy conocemos de nuestro cerebro. Hoy sabemos que existen maestros con larga experiencia y profundos conocimientos que fallan en sus enseñanzas por falta de empatía y habilidades de comunicación social; en cambio hay otros maestros que, sin tantos conocimientos, abren la mente de los niños, los inspiran, los vuelven curiosos por el conocimiento.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, seguimos repitiendo modelos del siglo pasado, sin tener en cuenta lo que la ciencia, Neurociencia y Neuroeducación nos está contando. Un ejemplo claro de ello, es la siguiente ilustración de Frato, acrónimo de Francesco Tonucci:






  ¿Qué podemos hacer desde la dirección de un centro para revertir estos modelos?